“No dejaba de pensar que iba a hacer los diez años que me quedaban…” Así resume Karina Sánchez el vivir la maternidad tras las rejas.
Ese mismo día Karina tuvo que separarse de su hijo en su cumpleaños número dos, edad límite que dispone la ley para que las madres privadas de libertad puedan vivir con sus hijos.
De esto trata “Malqueridas”, el triste documental dirigido por Tana Gilbert, y que fue producido con videos clandestinos al interior de una cárcel.
Un inicio entre barrotes
El documental comienza muy sonoramente, sin imagen, en un intento que se podría interpretar como la intención de ponernos en el lugar de aquellos bebés.
Bebes que aún no pueden ver el mundo a su alrededor, pero si lo escuchan, con sus cadenas y candados.
A través de la voz de Karina nos vamos adentrando en su mundo, y en su complejidad diaria para cumplir su rol de madre arrebatado por errores del pasado.
Pero Karina también se convierte -simbólicamente- en la voz de todas las madres de su pabellón, quienes buscan desde el encierro ser parte de la vida de sus hijos.
Con un enfoque que va desde las imágenes a los testimonios, el documental se aproxima a esta realidad compleja pero a la vez también muy emocional, donde la maternidad se vive limitada.
“Malqueridas”: más que un tema
Más allá de la complejidad que implica la maternidad tras las rejas, el documental también deja claro el castigo social y las injusticias que deben vivir estas mujeres, quienes son doblemente juzgadas por nuestra sociedad.
De hecho, desde aquella afirmación proviene su título “Malqueridas”, malqueridas por su entorno, por el sistema y por la sociedad.
De alguna manera cargan una mochila muy pesada, donde cargan con el peso de su condena y el estigma de haber fallado sus roles como madres.
¿Libertad o maternidad?
Esta producción pone otro tema no menor sobre la mesa: como el encarcelamiento de estas madres también afecta a sus hijos, quienes incluso se ven abandonados por sus familiares.
Adaptación a una ausencia y falta de una figura materna que cuestiona las políticas de privación de libertad para mujeres con hijos en nuestro país.
No se trata de olvidar los errores y entregar libertades, sino pensar en un sistema que les permita a ellas y a sus hijos no perder el vínculo más importante de la infancia.
Estilo Malqueridas
El estilo de la directora queda muy explícito y directo, pero también muy respetuoso y humanizador, con situaciones cotidianas y vivencias dentro de la penitenciaría.
Sin duda Gilbert logra provocar que el espectador reflexione sobre esto, de una forma muy sutil que impacta y que nos lleva a repensar el castigo social al que estás mujeres se enfrentan.
Por esta y otras razones “Malqueridas” podría ser descrito como un documental necesario, que evita adornar la crudeza y presenta a sus protagonistas con sus vulnerabilidades y fortalezas.
Pero con un propósito claro; sin juzgar.
Una producción que también se desmarca del problema del cine chileno actualmente, mostrando la calidad de la industria nacional.
El problema de la maternidad tras las rejas…
Al enfrentarnos a una producción de este tipo, como espectadores es necesario enfrentarnos a preguntas incómodas, sobre cómo desde el estado se maneja la maternidad tras las rejas.
Si bien tienen permitido vivir con ellas hasta que cumplan los dos años de edad, luego de eso no existe ningún programa que permita a estos niños mantener un lazo con sus madres.
Entornos abusivos, parejas manipuladoras, abandono y poco acompañamiento condenan nuevamente a estas mujeres y arrastra con ello a sus hijos.
El estado debe escucharlas y no puede fallarles, por ellas y por el futuro de estos pequeños.
Una invitación a la reflexión
Malqueridas no es solo un documental, sino una poderosa invitación a ver y reconocer la humanidad de aquellas madres que viven la maternidad tras las rejas.
Un viaje a través de sus penas y luchas, pero también de su fortaleza y amor incansable por sus hijos.
Tania Gilbert nos recuerda que detrás de cada condena hay historias de vida, cariño y esperanza.
Nos invita a mirar más allá de los prejuicios y entender que el amor materno confinado entre barrotes sigue siendo inmenso…